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LIDERANDO EL CAMBIO: PROFESIONALES DE SALUD EN FORMACIÓN CONTRA LA OBESIDAD Y EL SEDENTARISMO

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    elblogdelaseccion1
  • 7 dic 2024
  • 4 Min. de lectura

Realizado por, Hilda Nicolle Andrade Pasión


La obesidad es un problema de salud pública que ha alcanzado proporciones alarmantes en el mundo, y el Perú no es una excepción. Según el Ministerio de Salud, más del 60% de los adultos peruanos presentan sobrepeso u obesidad, y las cifras en niños y adolescentes continúan en ascenso. Este fenómeno está estrechamente vinculado a un estilo de vida sedentario y a patrones alimentarios poco saludables, lo que a su vez contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares. En este contexto, los profesionales de salud en formación tienen un papel clave en liderar iniciativas que combinen el aprendizaje académico con el compromiso social, a través de la metodología de aprendizaje-servicio. Este ensayo examinará los conocimientos, habilidades y actitudes que los futuros profesionales de salud deben desarrollar para convertirse en líderes efectivos en la promoción de la actividad física y la prevención de la obesidad en nuestra población.


Para abordar de manera efectiva la obesidad y el sedentarismo, es esencial que los profesionales de salud cuenten con una base sólida de conocimientos científicos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es una enfermedad multifactorial, influenciada por factores genéticos, ambientales y de comportamiento. Por ello, resulta fundamental que los futuros líderes en salud comprendan la fisiopatología de la obesidad, así como las estrategias de intervención más eficaces, incluyendo el manejo nutricional, la promoción de la actividad física y las políticas públicas orientadas a la prevención (1). De esta manera, pueden diseñar intervenciones basadas en evidencia científica y adaptadas a las necesidades locales. Asimismo, el análisis crítico de estudios recientes es indispensable, ya que permite identificar prácticas exitosas que pueden ser replicadas o mejoradas en contextos específicos.


Por otro lado, no basta con tener conocimientos técnicos; es igualmente importante que los profesionales en formación desarrollen habilidades de liderazgo y comunicación efectiva. Ser líder implica no solo tomar decisiones informadas, sino también inspirar y movilizar a otros hacia un objetivo común. En este sentido, la capacidad de comunicar mensajes de salud de manera clara y persuasiva es clave para fomentar cambios en el comportamiento de las personas (2). Por ejemplo, el uso de un lenguaje accesible y adaptado a las características culturales de cada comunidad facilita la comprensión y promueve la adherencia a las recomendaciones. Además, la comunicación no debe ser unidireccional. Es crucial escuchar activamente a las comunidades, entender sus preocupaciones y trabajar en conjunto para cocrear soluciones que sean relevantes y sostenibles.


A lo anterior se suma la necesidad de adoptar una perspectiva intercultural en las intervenciones. El Perú es un país con una rica diversidad cultural, y cada comunidad tiene sus propias creencias, valores y prácticas relacionadas con la salud. Por lo tanto, las estrategias de aprendizaje-servicio deben ser culturalmente sensibles y respetuosas de estas particularidades. Incorporar prácticas tradicionales, como las faenas agrícolas en comunidades andinas, no solo promueve la actividad física, sino que también fortalece los lazos comunitarios (3). De esta forma, se fomenta una mayor aceptación de las intervenciones y se asegura su sostenibilidad a largo plazo. Además, la perspectiva intercultural enriquece la formación de los profesionales de salud al exponerlos a diferentes formas de entender y abordar la salud, lo que contribuye a una atención más humanizada y efectiva.


Asimismo, es imprescindible que los futuros líderes de salud asuman un compromiso ético y social. Esto implica trabajar activamente para reducir las desigualdades que afectan la salud, especialmente en las poblaciones más vulnerables (4). Por ejemplo, las personas con menores recursos económicos o con acceso limitado a espacios seguros para la actividad física suelen enfrentar mayores barreras para adoptar hábitos saludables. En este contexto, los profesionales de salud tienen la responsabilidad de abogar por políticas públicas que garanticen el acceso equitativo a recursos como parques, centros deportivos y alimentos saludables. Además, el compromiso ético implica empoderar a las comunidades para que se conviertan en agentes activos de cambio, promoviendo su participación en todas las etapas de las intervenciones.


Finalmente, la investigación aplicada desempeña un papel crucial en la evaluación y mejora de las estrategias de aprendizaje-servicio. Los profesionales de salud en formación deben estar capacitados para diseñar estudios que permitan medir el impacto de sus intervenciones, identificando tanto los avances logrados como las áreas que requieren mejoras. Por ejemplo, la implementación de cuestionarios validados para evaluar los niveles de actividad física y los hábitos alimentarios antes y después de una intervención proporciona datos valiosos sobre su efectividad (5). Además, la investigación continua garantiza que las estrategias se mantengan actualizadas y alineadas con las mejores prácticas internacionales. Es importante destacar que los resultados de estas investigaciones deben ser compartidos no solo con la comunidad científica, sino también con las propias comunidades beneficiadas, promoviendo un ciclo de aprendizaje y mejora constante.


En conclusión, para que los profesionales de salud en formación en el Perú se conviertan en líderes del aprendizaje-servicio, es necesario que desarrollen un conjunto integral de competencias. En primer lugar, deben fortalecer sus conocimientos técnicos y científicos, adquiriendo las herramientas necesarias para diseñar intervenciones basadas en evidencia. Además, es crucial que desarrollen habilidades de liderazgo y comunicación, que les permitan movilizar a las comunidades hacia la adopción de hábitos saludables. También, resulta esencial adoptar un enfoque intercultural, integrando las prácticas y valores de las comunidades en las estrategias de promoción de la salud. Por otro lado, el compromiso ético asegura que las intervenciones se orienten a la equidad y la justicia social. Finalmente, el fomento de la investigación aplicada permite evaluar y mejorar continuamente las intervenciones, garantizando su efectividad y sostenibilidad. Solo a través de este enfoque multidimensional, los futuros profesionales de salud podrán contribuir de manera significativa a la reducción de la obesidad y al incremento de la actividad física en nuestra población.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:


  1. Organización Mundial de la Salud. Actividad física. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/physical-activity


  2. Pinzón-Espitia O. Liderazgo en los servicios de salud. Ciencia Salud Virtual. 2014. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6635354


  3. Puig Rovira JM, Gijón Casares M, Martín X, Rubio i Serrano L. Aprendizaje-servicio y Educación para la Ciudadanía. Revista de educación [Internet]. 2011;(1):45–67. Available from: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3734930


  4. Rodríguez Gallego MR. El Aprendizaje-Servicio como estrategia metodológica en la Universidad. Revista Complutense de Educación. 2014 Jan 22;25. Available from: https://idus.us.es/handle/11441/43001


  5. Grace M, Abascal C, Sanabria G. Sobrepeso, obesidad y diabetes mellitus 2 en adolescentes de América Latina en 2000-2010. Revista Cubana de Medicina General Integral [Internet]. 2015;31(2). Available from: http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-21252015000200011&script=sci_arttext

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